jueves, 10 de junio de 2010

NIÑOS Y NIÑAS QUE VIVEN LA POBREZA


Definir la pobreza infantil

Los niños y las niñas experimentan la pobreza como un entorno que perjudica su desarrollo mental, físico, emocional y espiritual. Por tanto es especialmente importante ampliar la definición de pobreza infantil más allá de conceptos tradicionales como bajos ingresos de las familias o bajos niveles de consumo. Sin embargo, pocas veces se establece la diferencia entre la pobreza infantil y la pobreza en general y raramente se reconocen sus dimensiones.

Los niños y las niñas experimentan la pobreza con sus manos, mentes y corazones. La pobreza material –por ejemplo, comenzar el día sin un alimento nutritivo o verse obligado a realizar trabajos peligrosos– dificulta la capacidad cognoscitiva y el crecimiento físico. Vivir en un entorno que ofrece pocos estímulos o un apoyo emocional a la infancia, por otra parte, puede eliminar gran parte de los efectos positivos que se derivan de crecer en un hogar acomodado desde el punto de vista material. Al discriminar contra su participación en la sociedad y menoscabar su potencial, la pobreza no solamente provoca el sufrimiento entre los niños y las niñas, sino que también les resta poder.

LLAMAMINTO A LA ACCION

La amenaza que la pobreza, la enfermedad y la privación supone para la infancia tiene muchas facetas. La respuesta tiene que ser idéntica. Se necesita un enfoque integrado de la primera infancia que mejore en gran medida las posibilidades de que todos los niños y las niñas sobrevivan y prosperen, así como aumentar los gastos en las familias, incorporar una perspectiva de género en las estrategias de reducción de la pobreza, fortalecer la protección de los niños y las niñas en todos los niveles y contar con su participación en la concepción de las soluciones a sus problemas.

Hay recursos disponibles para financiar una transformación mundial de la infancia, tanto mediante un aumento de la asistencia oficial al desarrollo como de mejoras en la calidad de las finanzas públicas nacionales. Poner en práctica planes nacionales de acción para la infancia con una serie de metas y objetivos específicos, con plazos determinados y mesurables, tal como se acordó durante la Sesión Especial de las Naciones Unidas en favor de la Infancia, contribuirá en gran medida a cumplir el programa de Un mundo apropiado para los niños.


Gastar más en las familias


El gasto público global que se emplea para apoyar a las familias y los niños pequeños guarda una estrecha correlación con la incidencia de pobreza infantil relativa en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Unas instituciones avanzadas, financiadas por el gobierno, pueden evitar que haya tasas elevadas de exclusión social y los riesgos que suponen para la infancia y la juventud. El costo que supone este tipo de sistemas de bienestar público de una complejidad similar es muchas veces prohibitivo para los países más pobres. Sin embargo, los países de medianos ingresos podrían lograr mejores resultados; y la asistencia internacional, las iniciativas federales y las soluciones locales innovadoras pueden eliminar parte de los costos que tienen que afrontar los gobiernos en los países en desarrollo.

Las intervenciones destinadas a abordar las privaciones infantiles deben concebirse en el plano local, y es preciso que los usuarios las consideren como propias; las familias y los niños tienen que formar también parte de la solución. Todas las investigaciones subrayan la importancia de fomentar intervenciones basadas en análisis efectivos centrados en los países, realizados localmente y sensibles en materia de género, en lugar de sobre la base de programas genéricos. Sin una comprensión adecuada de las condiciones de un país o un contexto de la familia en el plano local, por ejemplo, las intervenciones de salud o educación centradas en la infancia no conseguirán obtener los resultados deseados.


Tomado de:
http://www.unicef.org/spanish/sowc05/povertyaction.html
Imagen tomada de: http://media.argentina.indymedia.org/uploads/2009/01/pobres_ni_os_5580.jpg