miércoles, 9 de junio de 2010

Hambre y Pobreza




¿Que es el hambre?

La pobreza es hambre. La pobreza es falta de techo bajo el cual resguardarse. La pobreza es estar enfermo y no poder ser atendido por un médico. La pobreza es no poder ir a la escuela y no saber leer. La pobreza es no tener trabajo, tener miedo al futuro y vivir día a día. La pobreza es perder a un hijo debido a enfermedades relacionadas con el agua impura. La pobreza es impotencia, falta de representación y libertad.

ONU: 840 Millones de personas con hambre
"Cada siete segundos muere de hambre un niño menor de diez años, y cada 4 minutos alguien pierde la vista por falta de vitamina A", afirmó el relator, quien agregó que nada de esto tiene justificación, puesto que la producción agrícola del planeta va en aumento. América Latina: Sobre 500 millones, 220 millones de habitantes son pobres.

El mensaje es claro: no habrá paz hasta que la gente tenga lo mínimo para comer. Las personas hambrientas no suelen ser personas pacíficas. Las inversiones que hoy se hagan en investigaciones agrícolas pueden cultivar la paz del mañana. Jimmy Carter (Ex Presidente de USA)

Informe CEPAL - (25 de agosto, 2003) - En el año 2002, el número de latinoamericanos que vive en la pobreza alcanzó los 220 millones de personas, de los cuales 95 millones son indigentes, lo que representa el 43,4 % y 18,8% de la población respectivamente. Éstas son estimaciones presentadas hoy por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en un adelanto del Panorama social de América Latina 2002-2003

El proceso de superación de la pobreza se estancó durante los últimos cinco años, con tasas de pobreza e indigencia que se han mantenido prácticamente constantes desde 1997. La única excepción fue el año 2000, cuando el mejor desempeño de las economías permitió una reducción del volumen de pobreza en más de 4 millones de personas.

A nivel de países, la evolución de estos indicadores entre 1999 y 2002 también se caracterizó por variaciones más bien pequeñas. Entre las excepciones figuran Argentina y, en menor medida Uruguay, que sufrieron serios deterioros de las condiciones de vida. En el área urbana argentina, la tasa de pobreza casi se duplicó al pasar del 23,7% al 45,4%, mientras que la indigencia se multiplicó por tres, subiendo del 6,7% al 20,9%.

Por otra parte, México y Ecuador (área urbana) son los únicos países estudiados que presentaron disminuciones perceptibles en sus niveles de pobreza e indigencia en ese período.

Las proyecciones de la CEPAL para 2003 indican que se volvería a producir un aumento de estas tasas a nivel regional, motivado sobre todo por la ausencia de crecimiento del producto por habitante. Las condiciones de vida permanecerían casi invariables en la mayoría de los países, salvo en Venezuela, donde la pobreza podría aumentar significativamente y en Argentina, donde la reactivación del crecimiento económico reduciría la proporción de pobres.

Magnitud del hambre en la región

Por otro lado, casi 55 millones de latinoamericanos y caribeños padecían algún grado de subnutrición a finales de la década pasada. En un capítulo especial dedicado al tema del hambre realizado en colaboración con el Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), la CEPAL estima que el 11% de la población está subnutrida. Casi un 9% de la población infantil menor de 5 años sufre desnutrición aguda (bajo peso) y un 19,4%, desnutrición crónica (baja talla respecto a la edad). Esta última reviste especial gravedad por la irreversibilidad de sus efectos negativos.

El informe de la CEPAL presenta información sobre 18 países de América Latina sobre el gasto social público y centra su análisis en el impacto de la desaceleración del crecimiento económico sobre éste. En la pasada década, el gasto social por habitante se elevó un 58% de promedio en la región. El estudio concluye que pese a frenarse la importante expansión del gasto social registrada en casi todos los países entre 1990 y 1997, la mayor prioridad otorgada al gasto social, expresado como porcentaje del PIB, evitó disminuciones mayores de dicho gasto en términos per cápita, y que además se le dio preferencia a los gastos destinados a "capital humano" (educación y salud), en comparación con la otorgada a las restantes partidas, particularmente a la seguridad social. Esto, según la CEPAL, se tradujo en una mejora del impacto redistributivo.

Mujeres más educadas, pero más pobres

En cuanto al tema de pobreza y género, en el estudio se constata que en América Latina hay más mujeres que hombres en situación de pobreza. Las mujeres jefas de hogar cuentan con menos ingresos monetarios que los hombres, tanto en los hogares pobres como en los de mayor ingreso. Los hogares monoparentales, mayoritariamente encabezados por mujeres, sufren desventajas adicionales vinculadas con la ausencia de trabajo doméstico no remunerado.

Las latinoamericanas han alcanzado niveles de escolaridad superiores a los hombres y las mujeres activas tienen, en promedio, más años de instrucción. Pero ellas sufren con mayor severidad el desempleo, la discriminación salarial y las restricciones de tiempo. Durante los años noventa, la tasa de actividad económica de las mujeres creció a un mayor ritmo que la masculina. Pero mientras las tasas de desempleo masculino se incrementaron en 2,9 puntos porcentuales entre 1990 y 1999, las de las mujeres lo han hecho en 6,1%.

La CEPAL califica como aún "demasiado lento" el progreso registrado en la participación política de las mujeres y en la ocupación de puestos ejecutivos, salvo en los países donde se ejecutaron políticas de acción positiva.

El análisis de las encuestas de hogares permite una aproximación a la pobreza femenina desde el punto de vista de los ingresos. El porcentaje de mujeres mayores de 15 años sin ingresos propios supera ampliamente el de los varones. En las zonas urbanas el 45% de las mujeres carece de ingresos propios, comparado con sólo el 21% de los hombres.

En el capítulo dedicado a la Agenda Social, se revisa la situación laboral y las políticas de empleo en América Latina. Todos los gobiernos han ratificado los convenios internacionales fundamentales sobre no discriminación en el empleo. No sucede lo mismo con el trabajo infantil y la normativa sobre la edad mínima para trabajar vigente en la región, que presenta contradicciones con la internacional y una gran diversidad entre los países y dentro de ellos.

En el período de 1998 a 2003 se promulgaron reformas del derecho laboral colectivo en Colombia, del código laboral en Chile y Guatemala, y de los convenios colectivos de trabajo en Cuba. En México y República Dominicana se modificaron las leyes de seguridad social. Sin embargo, persiste como problema el incumplimiento de la legislación.

Para paliar los efectos de los cambios de las modalidades de empleo y el aumento de la inestabilidad laboral, los gobiernos han puesto en práctica diversas políticas. Entre las de carácter pasivo se incluyen los seguros de desempleo y entre las activas, el crédito a las pequeñas empresas (pymes) y la intermediación para la búsqueda de empleo. Sólo hay seis países en la región con seguro de desempleo: Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela



¿Qué es la pobreza? - Jaime Adames J.

Cada uno de nosotros tiene o cree tener una imagen clara y palpable de qué es este mal. Sin embargo, la claridad de nuestra imagen individual de pobreza tiende a evadirnos a medida que se hace requisito presentarla y aplicarla de forma colectiva.
¿Qué es pobreza? A primera vista, buscar una definición de pobreza parece una proposición redundante y hasta inútil, puesto que cada uno de nosotros tiene o cree tener una imagen clara y palpable de que es este mal. Sin embargo, la claridad de nuestra imagen individual de pobreza tiende a evadirnos a medida que se hace requisito presentarla y aplicarla de forma colectiva en términos de acciones y políticas nacionales dirigidas a reducir este problema.

A mi juicio, esta propiedad esquiva de nuestro entendimiento colectivo de pobreza nos impide conciliar la naturaleza, la prioridad y las expectativas de las acciones y políticas que, para aliviarla, de forma independiente o en conjunto, deben poner en práctica los diferentes sectores de nuestra sociedad. Al no contar el país con un concepto amplio que abarque las distintas perspectivas que, acerca de esta condición tienen los diferentes actores sociales, cada uno de ellos utilizará su cuota de poder para impulsar las propuestas que más se acerquen a su concepción individual del problema. O bien de la misma forma, utilizaran su influencia para combatir, abierta o ideológicamente, aquellas iniciativas que impulsan otros grupos y que ellos consideran equivocados o poco efectivos. El resultado de este tipo de interacción es de propensión de los diversos sectores a proponer e implementar acciones aisladas cuyo impacto en contra de este mal social se verá mediatizado, por su propio aislacionismo, por su falta de consenso y por el constante debate que cuestiona la efectividad de la acción tomada. De esta idea se desprende entonces, que la falta de un entendimiento común de nuestra pobreza es un dilema eminentemente político cuya solución solo se puede encontrar vía liderazgo y diálogo en esta misma arena.

Ahora bien, al margen del desafío que de por sí sugiere la búsqueda de una solución en el plano político, considero que existe un criterio ideológico, o más bien una sobreracionalización conceptual, que interfiere con la posibilidad de encontrar puntos comunes en la discusión de nuestra pobreza. Me refiero al empeño que tenemos en tratar de definir y de entender este problema casi exclusivamente bajo la óptica de los indicadores económicos.

Con esta afirmación no quiero quitar mérito a los beneficios que nos brindan los índices macroeconómicos como herramientas para ayudar a medir e interpretar la pobreza y, mucho menos se debe entender que esta posición infiere no reconocer que el avance económico es pieza fundamental para el desarrollo humano. Mi punto es que, insistir en ver este tema principalmente bajo el lente de los indicadores cuantitativos nos induce a aceptar una noción estrecha de pobreza que utiliza el indicador como el factor que modela nuestro entendimiento del problema, dejando por fuera o sin suficiente valor, otros elementos esenciales para la comprensión colectiva de este complejo mal social.

Es un error pensar que mejorar en algunos de nuestros indicadores económicos se traduce, inequívocamente, en un logro en nuestros esfuerzos hacia combatir la pobreza. Esta línea de pensamiento tiene una falta de origen porque define pobreza en base al (los) instrumento (s) que usamos para medir el problema, en vez de, en función del objeto de nuestras acciones. Dicho de otra manera, nuestras acciones y políticas contra la pobreza deben estar dirigidas a reducir las verdaderas carencias sociales que la componen y no hacia los vehículos o medios que, en potencia, pueden hacer posible la ejecución efectiva y exitosa de estas mismas acciones y políticas. Puesto de forma más simple, lograr un incremento en el PIB, por dar un ejemplo, no debe ser nuestra meta para aliviar nuestra pobreza, sino el medio para cumplir con nuestros objetivos de reducir los diversos males sociales que nos aquejan.

Sobrevalorar una concepción de pobreza basada principalmente en lo económico, en cifras de ingreso, o en el mejor de los casos, en cifras de consumo, es un error que nos llevará cada vez más lejos de la realidad humana de este problema y de la posibilidad de tomar decisiones efectivas para el beneficio de nuestra sociedad y de los actores que la componen. Considero que estos conceptos son particularmente ciertos en un país como Panamá, en donde el obstáculo central de nuestro desarrollo social no es nuestra falta de potencial para crecer, sino nuestra incapacidad de poder distribuir equitativa y eficazmente eso que podemos producir.

La pobreza de nuestro país se debe entender como un problema de múltiples facetas cuya definición no se puede simplificar a la lectura e interpretación de unos indicadores económicos o, por otro lado, enmarcar dentro de esas ideologías estatizantes que propugnan algunos sectores supuestamente populares. Nuestra pobreza es un mal social multidimensional que se puede atacar equitativamente y con pragmatismo desde varios ángulos y en varios frentes con acciones y políticas que no son excluyentes




Manifiesto-llamamiento de los premios Nobel contra el Hambre

El 24 de junio de 1981 por iniciativa del Partido radical, se difundió en las grandes capitales de Occidente un documento contra el exterminio causado por el hambre firmado por numerosos Premios Nóbel. A pesar de no hablar de la responsabilidad de la ciencia y la universidad en este holocausto, han pasado 22 años de aquel manifiesto y hoy presenta una plena actualidad: ´Está teniendo lugar un holocausto sin precedentes, cuyo horror abarca en un sólo año el espanto de las masacres que nuestras generaciones conocieron en la primera mitad de este siglo y que desborda por momentos el perímetro de la barbarie y de la muerte, no sólamente en el mundo, sino también en nuestras conciencias´

El 24 de junio de 1981 por iniciativa del Partido radical, se difundió en las grandes capitales de Occidente un documento contra el exterminio causado por el hambre firmado por numerosos Premios Nóbel. Fue la respuesta de los hombres del mundo de la ciencia a la indiferencia de los gobiernos, de los medios de comunicación y de los individuos para con las terribles cifras que anunciaban la muerte segura de millones de personas a causa del hambre en el Sur del planeta.
El manifiesto indicaba con precisión qué hacer para poner punto final al holocausto de nuestros días.
Poner en marcha los objetivos del Manifiesto y salvar de la muerte a causa del hambre al mayor número posible de personas se convirtió en el compromiso prioritario del Partido radical

MANIFIESTO CONTRA EL HAMBRE

Los abajo firmantes, mujeres y hombres de ciencia, de letras y diferentes entre nosotros por la religión, la historia o la cultura, que hemos sido premiados porque buscamos, honramos y veneramos la verdad en la vida y vida en la verdad, a fin de que nuestras obras sean un testimonio universal de diálogo, de fraternidad y de civilización común en la paz y en el progreso.

Dirigimos un llamamiento a todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad, a los poderosos y a los humildes, cada uno de ellos con sus propias responsabilidades, para que cientos de millones de personas que agonizan a causa del hambre y del subdesarrollo, víctimas del desorden político y económico internacional que reina en la actualidad, puedan volver a la vida.

Está teniendo lugar un holocausto sin precedentes, cuyo horror abarca en un sólo año el espanto de las masacres que nuestras generaciones conocieron en la primera mitad de este siglo y que desborda por momentos el perímetro de la barbarie y de la muerte, no solamente en el mundo, sino también en nuestras conciencias.

Todos aquellos que denuncian y combaten este holocausto están unánimemente de acuerdo en que el motivo principal de esta tragedia es de carácter político.

Es necesaria una nueva voluntad política y una nueva forma de organizar esta voluntad, que tenga como objetivo prioritario superar las causas de este exterminio y evitar sus efectos.

Es necesario elaborar, escoger y realizar inmediatamente un método y un procedimiento adecuado, tanto si se trata de los ya existentes como de los que se puedan imaginar. Es necesario que un conjunto de proyectos convergentes y que correspondan con la pluralidad de las fuerzas, de las responsabilidades y de las conciencias asegure la vida en donde no se halla más que muerte.

Es necesario que las más altas autoridades internacionales, los Estados y los pueblos - tan a menudo mantenidos en la ignorancia sobre las posibilidades concretas de una política de vida y de salvación - tal y como reivindicaron angustiadas algunas de las más altas autoridades espirituales de la Tierra, actúen, uniéndose o unidas por la acción, con objetivos determinados, seguros y adecuados con el objeto de atacar y vencer la muerte que se extiende, acosa, y condena a gran parte de la humanidad.

Hay que sublevarse contra el falso realismo que incita a resignarse a una fatalidad, que en realidad es el producto de la política y del "desorden establecido".
Es necesario luchar de manera realista para que se realice lo posible en vez de desperdiciarlo - tal vez para siempre.
Es necesario que se conviertan en algo positivo esas modas y esos gestos de asistencia que tan fácilmente dejan la conciencia tranquila pero que no salvan a aquellos a quienes están destinadas, así como esas utopías crueles y estériles que sacrifican a los hombres de hoy en aras de un proyecto de hombre, y a la sociedad de hoy en aras de un proyecto de sociedad.

Es necesario que los ciudadanos y los responsables políticos elijan y voten, en sus respectivos niveles, electorales o parlamentarios, de gobierno o internacionales, nuevas leyes, nuevos presupuestos, nuevos proyectos o nuevas iniciativas que sean inmediatamente puestas en práctica para salvar a millones de seres humanos de la malnutrición y del subdesarrollo y cientos de millones de seres a cada nueva generación, de la muerte a causa del hambre.

Es necesario que todos y cada uno demos valor de ley al deber de salvar a los seres vivos y de no matar y no exterminar aunque sea por inercia, por omisión o por indiferencia.

Los poderosos de la tierra son responsables, pero no son los únicos.

Si los que no tienen ni el poder ni las armas no se resignasen a la apatía; si fueran cada vez más los que declarasen no obedecer ninguna otra ley que la ley fundamental de los derechos humanos y de los pueblos, que es ante todo el Derecho y el derecho a la vida; si éstos mismos se organizasen y utilizasen sus pocas pero duraderas armas - las armas de la democracia política, las grandes acciones no violentas, al estilo de Gandhi - proponiéndose e imponiendo posibilidades y objetivos cada vez más delimitados y adecuados; si todo esto sucediese, nuestra época dejaría de ser una época catastrófica. Y ya no sería una posibilidad sino una certeza.

Nuestro saber no puede limitarse únicamente en contemplar impertérritos e irresponsables el trágico final que se avecina.

Nuestro saber, que nos dice que la humanidad corre peligro de muerte, debe ser ciencia de la esperanza y ciencia salvadora, sustancia de las cosas en las que creemos y confiamos.

Si los medios de información, si los poderosos que nos han querido honrar con las muestras de agradecimiento con las que nos han agasajado consienten en escuchar y en hacer escuchar en esta ocasión nuestra voz, nuestra obra, así como la de todos aquellos que actúan por una misma causa, si mujeres y hombres supieran, si se les informase, no nos cabe la menor duda de que el futuro sería diferente de ese que hoy por hoy se muestra indefectible
Es necesario tomar una decisión, actuar, crear, vivir y hacer vivir

Tomado de: http://www.avizora.com/temasquequeman/hambre_y_%20pobreza_0001.htm
En orden de aparición:


Imagen1 tomada de: educacionsadop.blogspot.com/2009/10/16-de-oct...



Imagen2 tomada de: onasis.blog.labolsa.com1199784480/

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